Discurso de despedida Ministra Olga María Sánchez Cordero y Ministro Juan N. Silva Mesa
DISCURSO DEL MINISTRO ARTURO ZALDÍVAR LELO DE LARREA CON MOTIVO DEL RETIRO DE LOS MINISTROS DE LA SUPREMA CORTE DE JUSTICIA DE LA NACIÓN OLGA SÁNCHEZ CORDERO Y JUAN SILVA MEZA.
Ciudad de México, 30 de noviembre de 2015.
Señor Ministro Luis María Aguilar Morales, Presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación y del Consejo de la Judicatura Federal.
Señora Ministra Olga Sánchez Cordero.
Señor Ministro Juan Silva Meza.
Señora y señores Ministros.
Señora y señores Magistrados de la Sala Superior del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación.
Señoras y señores Consejeros de la Judicatura Federal.
Señores Ministros en Retiro.
Familiares y amigos de los Ministros que hoy despedimos.
Distinguidos invitados.
Señoras y señores.
Hoy es un día muy especial para la Suprema Corte de Justicia de la Nación. Despedimos no solamente a dos grandes Ministros y queridos compañeros, sino a los últimos Ministros de la primera integración de la Corte de 1995, producto de la reforma constitucional que consolidó a este órgano como el Tribunal Constitucional del Estado Mexicano.
A lo largo de estos casi 21 años, la Corte ha conocido profundas transformaciones, derivadas no sólo del natural movimiento y dinamismo que tiene todo órgano colegiado, sino también de los cambios en la sociedad mexicana, las transformaciones políticas en nuestro país, las adecuaciones y reformas constitucionales, facilitadas también por el mecanismo de renovación escalonada concebido por el poder revisor de la Constitución, precisamente con el fin de hacer frente a las realidades imperantes en cada momento.
De esta manera, la evolución de la Corte desde 1995 ha sido compleja, pero podríamos sistematizarla en tres grandes etapas:
En una primera etapa el reto de la Suprema Corte fue constituirse como un tribunal autónomo e independiente. Esto, que hoy todos consideramos como un logro, es evidentemente un presupuesto básico de todo tribunal; sin embargo, dada la evolución histórica que había tenido el sistema político mexicano hasta ese entonces, conformar un órgano imparcial e independiente no fue fácil y tuvo que erigirse en una tarea prioritaria.
A partir de esta independencia y autonomía, la Corte asumió un papel determinante como árbitro en los conflictos políticoconstitucionales. Ello implicó no solo un cambio en el rol constitucional de la Corte; también significó un viraje en la forma como los actores políticos conciben sus propias acciones, traducidas en leyes y en actos, las que a partir de ese momento comenzaron a ser justiciables. La política se convirtió en cierto sentido en proceso y las reglas del juego político se modificaron, lo que a su vez produjo un cambio cultural en la clase política y en la sociedad misma.
Pero faltaba el reto más importante: faltaba entrar de lleno al gran tema de los derechos humanos…