El 40 aniversario de la entrada en vigor de la Convención Americana sobre Derechos Humanos y de la creación de la Corte Interamericana de Derechos Humanos, celebrado en días pasados, es una buena oportunidad para reflexionar sobre la manera en que estos eventos han transformado nuestro constitucionalismo, el compromiso con los derechos humanos que de ello derivan, y la importancia de que la Corte Mexicana los reafirme en el contexto actual de transformación que vive nuestro país.
El constitucionalismo tradicional mexicano consideraba a la Constitución como un cuerpo cerrado y ajeno al derecho internacional, cuyo contenido estaba acotado a interpretaciones gramaticales o literales, fuera de las cuales no había posibilidad de un mayor desarrollo. Esto fue desafortunado no solo porque el derecho mexicano se mantuvo ajeno a la evolución del derecho internacional de los derechos humanos, sino porque, a pesar de que la Constitución de 1917 fue progresista y de avanzada, el modelo de interpretación conservador impidió que sus contenidos se expandieran en la medida que hubiera sido deseable…