Milenio

Ser juez constitucional

Hace 25 años nuestro país hizo una apuesta por la justicia constitucional, al establecer que los conflictos de poder que anteriormente se dirimían en sede política —de manera vertical y autoritaria— serían ahora resueltos por un árbitro imparcial, encargado de adjudicarlos de conformidad con lo dispuesto en la Constitución. Con ello, se sentaron las bases para una transición democrática, fundada en el principio de división de poderes como uno de sus componentes fundamentales.

Un cuarto de siglo después, el paradigma de la justicia constitucional se fortalece. Con las recientes reformas al Poder Judicial de la Federación, los beneficios de la justicia constitucional serán cada vez más tangibles para todas las personas. La carrera judicial será la columna vertebral de un sistema meritocrático, alejado del nepotismo y el tráfico de influencias, en el que jueces y juezas formados por una Escuela Judicial de excelencia impartirán una justicia a la vez técnica y humana; en el que las personas defensoras y asesoras públicas llegarán a todos los rincones del país para que las personas más marginadas tengan acceso real a la justicia; en el que las sentencias de la Corte adquirirán obligatoriedad inmediata, de tal manera que la Constitución despliegue toda su fuerza normativa a favor de la ciudadanía. Se trata, sin duda, de la reforma más importante desde 1994 y, en materia de jurisprudencia, la más trascendente en la historia del Poder Judicial de la Federación…

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