Por décadas México estuvo sumido en un sistema político y económico profundamente injusto, que lejos de hacer realidad las promesas de igualdad y justicia social de nuestra Constitución,se caracterizó por implantar un régimen de privilegios en favor de una élite dominante, a costa de los derechos y libertades de las personas más vulnerables de nuestro país.
En gran medida fueron años marcados por una corrupción bochornosa, simulación, redes clientelares, desigualdad, autoritarismo, discriminación y violencia; en los que el poder —enmascarado bajo una narrativa tecnócrata— se ejerció de forma opaca para el beneficio de unos pocos.
Como consecuencia, las desigualdades históricas que nos aquejan a los mexicanos se arraigaron profundamente en esos años. La pobreza se acentuó, azotando a millones de personas. La llamada “guerra contra el narco” ha costado vidas inocentes e infundido terror en las comunidades. Todos los días la discriminación, el racismo y el clasismo —ampliamente tolerados durante la etapa neoliberal— lastiman y dividen a nuestra sociedad.