En defensa del lenguaje incluyente
El uso que procuro hacer del lenguaje no sexista e incluyente suele molestar a muchas personas. Constantemente se me recuerda que ya la Real Academia Española ha aclarado que el uso del masculino incluye a hombres y mujeres según el contexto, o me presentan un video de Vargas Llosa burlándose del lenguaje incluyente. Por supuesto, abordar este tema desde una perspectiva de corrección en el uso del lenguaje es totalmente ocioso. La pregunta nunca ha sido si el masculino genérico incluye a las mujeres, ni si el género gramatical coincide con el sexo. De lo que se trata es de cuestionar y de reflexionar sobre lo que el lenguaje y sus normas significan y representan en nuestra sociedad.
El lenguaje es un fenómeno cultural vivo y en constante evolución. Su estructura, usos y normas son producto de procesos históricos que consiguen modificarlo y darle identidad. La lengua es, en tal sentido, esencialmente democrática, en tanto son las mayorías las que la crean y transforman. Por ello, en la medida en que es el reflejo de una realidad social, nuestro lenguaje es necesariamente sexista. En un mundo que históricamente ha discriminado a las mujeres, el lenguaje no hace sino reproducir los estereotipos, sesgos y prejuicios que imperan en las relaciones de género. El lenguaje forma parte del entramado social profundamente arraigado, en el que las mujeres siguen teniendo un estatus de inferioridad.