Milenio

2018: el reto del año electoral

El año electoral que comienza se vislumbra convulso y amenazado por numerosos riesgos. La infiltración de la delincuencia organizada, el uso de recursos de procedencia ilícita, la incertidumbre económica, la polarización, e incluso la violencia política, anticipan todo tipo de escenarios complicados, capaces de poner en jaque la estabilidad y la gobernabilidad de nuestro país. Llevar a buen puerto el proceso electoral requiere, en estas condiciones, de una enorme responsabilidad y seriedad por parte de los actores políticos y de las instituciones, las que se verán enfrentadas a un reto histórico.

Gran parte de esta tarea recaerá en los propios candidatos y en los partidos políticos. A pesar de que la lucha por el poder de suyo es necesariamente intensa y acalorada, incluso ríspida, es de vital importancia que el debate se centre en el terreno de las propuestas y que se mantenga un mínimo de civilidad en los mensajes políticos. La experiencia de la elección estadunidense debe servirnos de ejemplo, en cuanto a que el tono del discurso público repercute en el ánimo social, es susceptible de derivar en lenguaje de odio y llevar a actos violentos. Optar por campañas sucias, centradas en el miedo y la descalificación gratuita, en este entorno, puede producir fracturas imposibles de sanar en la etapa postelectoral…

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