En junio de este año se conmemoran 10 años de las reformas constitucionales en materia de amparo y de derechos humanos, que incorporaron a nuestro sistema el derecho internacional de los derechos humanos como parámetro de validez del orden jurídico y reforzaron los mecanismos para su garantía. En su momento, las reformas suscitaron debates sobre su alcance y trascendencia; hubo dudas sobre su potencial y muchos aducían que era una modificación cosmética o retórica, sin posibilidades reales de impactar en la vida de la gente.
Como máximo intérprete de la Constitución, correspondía a la Suprema Corte definir los alcances de la reforma. Ninguna reforma constitucional, por sí sola, tiene la capacidad de transformar y alcanzar sus fines. La labor del Poder Reformador requiere ser completada a través de la labor interpretativa del tribunal constitucional, encargado de darle al texto de la norma fundamental todo su sentido, significado y fuerza…