El acoso sexual es una de las formas de violencia que las mujeres enfrentan todos los días, principalmente, en los ambientes laborales. Es una forma de agresión que produce daños a su salud e integridad física, psíquica y moral, las priva de oportunidades profesionales y, en general, es violatoria de sus derechos humanos.
Se trata de una manifestación de las relaciones de poder que históricamente han sido desiguales entre mujeres y hombres. Se origina en conceptos de inferioridad o subordinación de las mujeres y constituye un obstáculo a su plena e igualitaria participación en todas las esferas de vida.
Para erradicarlo, es necesario que todas las autoridades promuevan medidas que contribuyan a modificar los patrones socioculturales de conducta de hombres y mujeres que han dado origen a estas disparidades, así como contrarrestar los prejuicios y costumbres que se apoyen en los papeles estereotipados para el hombre y la mujer, en tanto todo ello legitimiza y exacerba la violencia contra la mujer.
Asimismo, es indispensable suministrar los servicios especializados para la atención necesaria a la mujer objeto de violencia, así como velar porque las autoridades, funcionarios y personal en todas las instituciones públicas se abstengan de todo tipo de violencia contra las mujeres, estableciendo medidas de protección y acceso efectivo a procedimientos que les brinden resarcimiento.