Ante una justicia elitista, igualemos la cancha
Acceder a una justicia efectiva y de calidad en nuestro país —y en todo el mundo— sigue siendo un privilegio de las élites económicas y sociales. Obtener la protección de un tribunal que dirima las controversias y que tutele los derechos involucrados, es algo que generalmente está al alcance de quienes pueden pagar una defensa o asesoría jurídica de calidad. Para el resto, el sistema de impartición de justicia es percibido como una maquinaria al acecho, lista para aplastar a las personas más pobres y vulnerables. Mientras esta realidad persista, la idea de que los derechos son universales y de que asisten a toda persona por el simple hecho de serlo, seguirá siendo una promesa incumplida.
Bajo mi presidencia, en el Poder Judicial de la Federación hemos venido trabajando intensamente para cambiar el paradigma de acceso a la justicia, a través de un binomio conformado por el servicio de defensoría pública y la renovación del perfil de las personas juzgadoras.