La adopción es un acto de amor incondicional y absoluto, a través del cual se crean lazos profundos e inquebrantables que, en ocasiones, pueden ir incluso más allá de los biológicos. Es una experiencia profunda en la que, a través de una entrega recíproca, se cambia el curso de la vida de las personas involucradas para hacerlas parte de una familia, en cuyo ámbito es posible conocer el verdadero sentido de la felicidad. Adoptar un hijo es un doble regalo en el que los padres obtienen siempre más de lo que dan, porque les permite experimentar lo que es amar a otro ser por encima de sí mismos.
Pero, sobre todo, la adopción es una de las formas a través de las cuales se garantiza el derecho humano de los menores a crecer en una familia, por lo que en la regulación de esta figura el interés superior de la niñez debe ser la consideración primordial, es decir, que los intereses de la niña o niño, en particular su necesidad de recibir afecto y su derecho a la seguridad y al cuidado continuado, deben ser la consideración fundamental…