Quiero primeramente expresar mi profunda gratitud a mis amigas Marie-Christine, Mariela, mi amigo Roberto, por estar esta mañana y esta tarde –para dos de ustedes– conmigo para presentar esta obra. Que juristas de talla internacional como ustedes estén aquí, me acompañen, es muy emocionante, no sólo por el respeto intelectual y académico que les tengo, sino por el afecto y el cariño que hemos construido a lo largo de los años.
Les agradezco también sus comentarios tan amables, tan generosos, tan interesantes. Me dejan muchos aspectos de reflexión sobre las sentencias que hemos construido en la Corte mexicana y las consideraciones que vienen en la obra. Es para mí muy interesante cómo tres juristas de otros países y bien cercanos a México por muchas razones, ven el trabajo que hemos venido desarrollando en la Corte mexicana y particularmente esta obra que trata de referirse a los principales precedentes de la Corte mexicana en materia de derechos humanos.
No podría referirme a cada uno de los aspectos de lo que han dicho, porque creo que tendría que hablar muchísimo. Simplemente decirles que me parecen pues muy interesantes y muy atractivas muchas de las ideas que se han planteado aquí. La misma concepción de la Constitución como una práctica social; el tema de los derechos ambientales, que sin duda están ya hoy aquí, y ahora que tenemos que empezar a defenderlos con fuerza; el tema de la libertad de expresión; la defensa de la democracia, etcétera.