Por una justicia cercana a las personas indígenas
Hace tres años y medio nos propusimos darle al Instituto de la Defensoría Pública una fuerza, una potencia, una importancia que nunca había tenido. Nos dimos cuenta que una manera privilegiada de llegar a los más pobres, a los desposeídos y a los olvidados de este país, era dotándolos de una defensa de calidad, con abogadas y abogados comprometidos, que estuvieran cerca de las personas que están siendo procesadas, juzgadas o sujetas a averiguación y que no cuentan con recursos ni con cultura para tener una defensa de calidad. Nos dimos cuenta que en este país hay miles de mexicanos y mexicanas que están en la cárcel con el único delito de haber sido pobres y esa pobreza los ha colocado en una vulnerabilidad que les impide defenderse adecuadamente y así son procesadas con pruebas prefabricadas, con delitos inventados y pasan muchos años en prisión preventiva y después condenados o condenadas sin saber ni siquiera por qué.
Dentro de nuestras preocupaciones siempre estuvieron las personas indígenas. Cuando llegué a esta responsabilidad se hablaban 39 variantes lingüísticas en el Instituto de la Defensoría Pública Federal. Hoy se hablan 148. Eso da muestra de la importancia que le hemos dado a las personas indígenas.