XXI Cumbre Judicial Iberoamericana
Pocas cosas son a la vez tan añejas y tan vigentes como los reclamos de justicia. Acceder a ella sigue siendo, en buena medida, un privilegio de las élites. Obtener la protección de un tribunal que resuelva las controversias y tutele los derechos involucrados es algo que, para muchas personas —para los más pobres, marginados y discriminados— solo existe en el papel, y mientras esta realidad persista, la idea de que los derechos son universales y de que asisten a toda persona, por el simple hecho de serlo, seguirá siendo una quimera, una promesa incumplida.
No olvidemos, ni por un momento, que nuestro compromiso más importante es transformar esta realidad inaceptable. El diálogo, el intercambio y los compromisos que resulten de nuestros trabajos deben ser herramientas útiles a este fin: igualar la cancha para todos y para todas. Brindar una justicia que contribuya a revertir las desigualdades históricas, desgarradoras y persistentes que lastiman a tantas personas y comunidades en nuestra región.
No podemos esperar resultados distintos, haciendo lo mismo. Sin una visión de renovación profunda, sin medidas creativas e innovadoras, nuestros sistemas judiciales seguirán siendo ámbitos en los que se reproducen y perpetúan las desigualdades; seguirán siendo ciegos a ellas, e instrumento de las mismas.