Hoy nos inspira la lucha de mujeres y hombres que soñaron con un país diferente. En su coraje, entrega y sacrificio está la promesa de un arreglo social más justo e igualitario, y las claves para construirlo todos los días, desde todas las trincheras.
Su lucha nos recuerda que somos una misma colectividad. Que a pesar de nuestras diferencias, es más lo que nos une, que lo que nos divide. Que nos acercan nuestras tradiciones y nuestra cultura. Que nos fortalece nuestra diversidad. Que nos hermanan nuestros anhelos más profundos de justicia.
Su sacrificio nos recuerda que no hay libertad sin justicia social; y que no hay justicia desde la indiferencia. Que debemos conectar con el dolor humano y luchar por quienes menos tienen, por quienes padecen el hambre, el desamparo y la violencia; que debemos sentir su dolor como propio, y mirar el mundo a través de sus ojos.